Hablar de nutrición consciente o emocional es cuestionarnos dos preguntas clave:

1. ¿Cómo impacta lo que siento en la acción de comer?
2. ¿Cómo impacta el alimento que elijo comer en mis emociones?

Comer es una acción poderosa. Se trata de un acto necesario para la supervivencia que repetimos todos los días, generalmente entre 3 y 5 veces al día. Estemos contentos o desanimados, ansiosos, abatidos o eufóricos, comer comemos. Y justamente, es muchas veces nuestro estado emocional el que interfiere en el qué, cuándo, cuánto y cómo me acerco a la comida. Probablemente no existe ninguna relación tan estrecha como la que tienen emociones-alimentación. El amor en forma de leche materna, miradas y abrazos es lo primero que se nos da al nacer, lo esencial que sostiene nuestra vida durante los primeros meses. Quizá por ello, después de mayores, en muchas ocasiones, utilicemos el alimento como medio para sobrellevar el desamor y el vacío existencial en todas sus angustiantes facetas. Sin embargo, el vínculo comida-emociones es complejo y en él intervienen muchísimos factores: tanto personales como sociales y culturales, tanto neurobiológicos como psicológicos.

Por todo ello, ponerle luz a lo que sentimos a la hora de relacionarnos con la comida, es uno de los pilares básicos para poder tener una relación sana con lo que comemos, y a la vez, también con nosotros mismos.

Por otro lado, y no menos importante, está la relación que se establece entre lo que como y lo que me hace sentir lo que como. El impacto del alimento en mi estado de ánimo es aún un fenómeno bastante desconocido pero que ya tanto tradiciones de medicina ancestrales como el Ayurveda y también recientes estudios científicos que inciden sobre ello. En este sentido, ¿sabes que tienes el poder de orientar lo que sientes dependiendo de lo que decidas comer? Cada nutriente dependiendo de su composición química, de su cualidad organoléptica y de su energía, te ofrece la posibilidad de modificar tus emociones e impulsar tu vitalidad, aumentando tu paz y alegría.

Esta segunda parte la abordamos sobre todo en nuestros talleres de Ayurveda, aunque en según qué casos también puede introducirse como complemento dentro del proceso emocional que hemos comentado arriba.

La Nutrición Emocional es un proceso consciente y delicado, una danza entre lo que siento y lo que me apetece comer.

El foco del que parto normalmente es el estado emocional actual del paciente y es a él al que volvemos una y otra vez durante todo el recorrido.

Nuestras emociones se encuentran íntimamente involucradas en la comida que elegimos: la mayoría de veces influyen decisivamente en el qué, en el cuánto y en el cómo. Por este motivo, por mucho que intentemos hacer dietas varias y mejorar la alimentación, si nuestro interior está en desarmonía, probablemente de poco sirva el empeño. ¿Cuántas veces te has puesto este objetivo y no lo has podido cumplir?

Por mi experiencia, he podido comprobar que si la persona contacta con lo que siente y con sus necesidades profundas, el cambio en positivo a la hora de acercarse a alimentación suele emerger de una manera natural y espontánea. Puede que su manera de abordar el acto de comer cambie por completo, o al menos, que mejore muchísimo. Una vez esto sucede, es cuando ya está preparada para encaminarse a elegir unos alimentos más respetuosos y saludable. En este sentido, a grandes rasgos, podríamos decir que la «mala» relación con la comida era tan solo un símbolo, una expresión de un conflicto interno.

Además, en función de las necesidades del paciente, se podrán abordar también la meditación en consulta con el fin de acompañar a la persona de una manera más completa, profunda y eficaz.

Si quieres conocer más sobre el enfoque emocional con el que trabajo, encontrarás más información aquí

Estas son algunas de las señales que pueden ayudarnos a interpretar que NO tenemos una relación sana con la comida. Puede que las hayamos cumplido todas en algún momento de nuestra vida, y no pasa nada. El problema está cuando estas señales se vuelven insistentes y se cronifican durante meses y años. Ahí, cuidado, porque sí podríamos encontrarnos delante de un problema con la alimentación serio.

• Engulles en vez de comer.
• Comes aunque no tengas hambre.
• Analizas las calorías y vives pendiente de la báscula.
• Sueles comer de más y acabas extasiado.
• Has dejado de comer alimentos porque crees que engordan.
• Si comes alimentos saludables es por obligación.

Si este es tu caso, ¡hablemos!

El número de sesiones variará en función de la evolución de la persona.

En la primera consulta realizamos una entrevista larga de unos 90 minutos. Tiene un coste de 70 euros.

Las siguientes consultas de 60 minutos tienen un coste de 50 euros.

Las consultas pueden ser presenciales o online, así que da igual dónde estés mientras tengas un dispositivo desde el que te puedas conectar.